En Basilea y después en Estrasburgo, Durero realizó ilustraciones para varias publicaciones, entre las que se encuentra Das Narrenschiff de Sebastian Brant en 1494 (traducida en 1507 como La nave de los locos). Durante esta primera etapa de su vida, comprendida entre su aprendizaje y su regreso a Nuremberg en 1494, su arte refleja una enorme facilidad en el trazado del dibujo y una minuciosa observación del detalle. Dichas cualidades son especialmente evidentes en una serie de autorretratos, entre los que se encuentra uno de sus dibujos más antiguos (1484, Albertina, Viena) que hizo a la edad de 13 años, un retrato de expresión seria dibujado en 1491 (Colecciones de la Universidad, Erlangen, Alemania), y otro retrato en el que aparece como un joven seguro de sí mismo (1493, Louvre, París). Después de casarse con Agnes Frey en Nuremberg en 1494, Durero viajó a Italia. Allí realizó acuarelas de paisajes con gran minuciosidad de detalle, probablemente durante su viaje de regreso, como por ejemplo una vista del castillo de Trento (National Gallery, Londres). Durante los diez años siguientes en Nuremberg, desde 1495 a 1505, produjo un gran número de obras que le ayudaron a asentar su fama. Entre ellas destaca la serie de ilustraciones para grabar en madera de El Apocalipsis (1498), los grabados de La gran fortuna (1501-1502) y La caída del hombre (1504). Éstas y otras obras de este periodo muestran, en su conjunto, una maestría técnica cada vez mayor en el arte de la xilografía y el grabado, un manejo de las proporciones humanas basado en los textos del escritor romano Vitrubio y una brillante capacidad para incorporar detalles de la naturaleza en obras que reflejan la realidad con gran naturalidad. En 1497 pintó su Autorretrato (Museo del Prado, Madrid) y en 1500 el de la Pinacoteca de Munich, en el que se representa con las características que habitualmente se atribuyen a Cristo, y expresa de forma visual la preocupación que demostró durante toda su vida por elevar la categoría del artista por encima de la del mero artesano. Durero volvió a viajar a Italia entre 1505 y 1507. En Venecia conoció al gran maestro Giovanni Bellini y a otros artistas, y la Fundación de Comerciantes Alemanes le encargó una obra importante, el retablo de La fiesta del Rosario (1506, Museo Nacional, Praga).
En 1507 regresó a Nuremberg donde comenzó un segundo periodo de una ingente producción artística con obras como el retablo para la iglesia de los dominicos de Frankfurt (1508-1509, destruido en un incendio en 1729), la tabla de la Adoración de la Trinidad (1508-1511, Museo de Viena), Eva (1507, Museo del Prado, Madrid), retratos, y numerosos grabados, entre los que se encuentran dos ediciones de la Pasión, los grabados en madera para el Arco del triunfo encargo del emperador del Sacro Imperio Romano Maximiliano I, y una serie de grabados como El caballero, la Muerte y el Diablo (1513), San Jerónimo (1514) y La Melancolía (1514). Mediante la técnica de líneas Durero consiguió crear en sus grabados diferentes variaciones de sombras con las que logró plasmar formas tridimensionales. En 1520 Durero se enteró de que Carlos I, sucesor de Maximiliano I, iba a viajar desde España a Aquisgrán para ser coronado emperador del Sacro Imperio Romano. Durero había recibido una pensión anual por parte de Maximiliano y tenía la intención de que Carlos I mantuviera esa asignación. Emprendió el viaje a Aquisgrán, que financió vendiendo grabados y otras obras durante el trayecto, y de allí pasó a los Países Bajos entre 1520 y 1521. Su diario nos proporciona un fascinante relato de estos viajes, de las audiencias de los monarcas y de los recibimientos que le brindaron sus compañeros artistas, especialmente en Amberes. Su audiencia con Carlos I resultó satisfactoria. Regresó a Nuremberg, donde habría de permanecer hasta su muerte, el 6 de abril de 1528. Sus últimas obras son dos grandes tablas en las que están representados Los cuatro apóstoles (c. 1526, Alte Pinakothek Munich), que ofreció como regalo a la ciudad de Nuremberg. La calidad de la obra de Durero, la cantidad prodigiosa de su producción artística y la influencia que ejerció sobre sus contemporáneos fueron de una importancia enorme para la historia del arte. En un contexto más amplio, su interés por la geometría y las proporciones matemáticas, su profundo sentido de la historia, sus observaciones de la naturaleza y la conciencia que tenía de su propio potencial creativo son una demostración del espíritu de constante curiosidad intelectual del renacimiento.
Algunas de sus obras más conocidas:
Padre del artista
Material: Óleo sobre tabla.
Medidas: 47,5 x 39,5 cm.
Museo: Galería de los Uffizi. Florencia
Hércules mata las aves de Estinfalo
Material: Temple sobre lienzo.
Medidas: 87 x 100 cm.
Museo: Germanisches Nationalmuseun. Nuremberg
Autorretrato con abrigo de piel
Material: Óleo sobre tabla.
Medidas: 67,1 x 48,7 cm.
Museo: Alte Pinakothek. Munich
Adán y Eva
Material: Díptico. Óleo sobre tabla.
Medidas: 209 x 161 cm.
Museo: Museo del Prado. Madrid.
Material: Óleo sobre tabla.
Medidas: 47,5 x 39,5 cm.
Museo: Galería de los Uffizi. Florencia
Hércules mata las aves de Estinfalo
Material: Temple sobre lienzo.
Medidas: 87 x 100 cm.
Museo: Germanisches Nationalmuseun. Nuremberg
Autorretrato con abrigo de piel
Material: Óleo sobre tabla.
Medidas: 67,1 x 48,7 cm.
Museo: Alte Pinakothek. Munich
Adán y Eva
Material: Díptico. Óleo sobre tabla.
Medidas: 209 x 161 cm.
Museo: Museo del Prado. Madrid.
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